1773, Londres (Inglaterra). En una gran casa de fachada perfectamente proporcional de arquitectura palladiana y suntuoso interior barroco, Lord Philip Stanhope, cuarto conde de Chesterfield, se encuentra en su lecho de muerte. En un momento dado, llama a su mayordomo y le dice: “Give Mr. Dayrolles a chair”, lo que se podría traducir por “Dele asiento al señor Dayrolles”… o “Dele un asiento al señor Dayrolles”.

El mayordomo interpreta lo segundo, y ni corto ni perezoso, le entrega a Solomon Dayrolles, ahijado del conde que se encuentra visitando a su padrino, el sofá de recibir visitas de la casa. Se trata, nada más y nada menos, que del primer Chesterfield.

El origen del sofá Chester con capitoné

Aquel “asiento” lo  había mandado a hacer por el propio Stanhope, que buscaba un mueble sobre el que un caballero se pudiera sentar a aguardar su turno para conseguir audiencia sin arrugar su traje. Para conseguirlo, contrató a un artesano local, y, entre los dos, crearon esta pieza que hoy es un icono en todo el mundo.

Casa del IV Conde de Chesterfield, en Londres

Casa del IV Conde de Chesterfield, en Londres

Aquel asiento estaba relleno de crin, que se mantenía en su lugar mediante un tapizado de estilo capitoné, del que hablaremos en profundidad más adelante. No tenía sistema de suspensión, por lo que resultaba mucho más rígido que los de ahora. Además, los remaches de esta primera pieza estaban hechos de cuero especialmente duro, lo que, combinado con la falta de resortes, hacen suponer que dichos “botones” se habrían clavado fácilmente en la espalda y las piernas de cualquiera que se sentara en ellos durante demasiado tiempo.

vista lateral de sofá chester con capitoné

De hecho, una teoría algo maliciosa sugiere que este diseño tan poco cómodo fue un deseo explícito del propio conde, que quería un sofá en el que los caballeros se mantuvieran tan rectos que no echasen a perder su atuendo -es por ello que los brazos y el respaldo se encuentran a la misma altura-, pero que, a la vez, sirviera para que los visitantes no deseados rechazaran la idea de quedarse demasiado tiempo aguardando una posible cita con Stanhope. Y eran muchos los que acudían a verle, pues el conde era escritor -suyas son las Cartas a su hijo, un manual de buenas maneras dedicado a su primogénito y publicado póstumamente-, político de cierta importancia y, se dice, también creador de tendencias entre la clase aristocrática de Gran Bretaña.

Portada libro Cartas a su hijo de Lord Chesterfield

La popularización del sofá Chester con capitoné

Dayrolles, ahijado del conde y diplomático de profesión, transportó a su casa la pieza, donde la colocó en un lugar privilegiado. Todo aquel que acudía a su mansión quedaba prendado del sofá, hasta el punto de que muchos de sus invitados crearon sus propias versiones. De esta manera, el Chesterfield se abrió camino en los hogares de la clase alta británica, llegando a conocerse coloquialmente como ‘Chester’.

Pronto, empezaron a popularizarse los clubes de caballeros de Londres, que nacieron para ofrecer a sus adinerados miembros la posibilidad de jugar por dinero en un momento en el que esta actividad estaba prohibida. En el siglo XIX, cuando alcanzaron su auge, los clubes se transformaron en centros de reunión en los que los socios compartían intereses y experiencias comunes. Como estaban repletos de personas influyentes, se convirtieron en el lugar donde se gestaba buena parte de la actividad política de la época.

vista frontal de sillón chester con capitoné

Por supuesto, todos aquellos hombres de clase alta querían estar tan cómodos allí como en sus propias casas, razón por la cual trasladaron hasta ellos algunos de sus muebles más preciados, entre los que se contaban los sofás Chester. El gusto por ellos se trasladó incluso a la propia residencia de la reina Victoria, de quien se dice que tuvo versiones personalizadas de la pieza cubiertas con plaid -un estampado a cuadros típicamente inglés- en el salón del palacio real. Desde entonces hasta hoy, los sofás y sillones Chester, con su icónico tapizado en capitoné, han sido sinónimo de clase y elegancia atemporal.

CONSOLA DE MADERA Y METAL OYANI

Consola de madera y metal Oyani, de estilo industrial.
Estructura de acero acabada en pintura negra.
Tapa superior de madera maciza de teka envejecida.
Medidas: 129x38x81 cm

260,15 I.V.A incl.

215€ ( sin I.V.A. )

El sillón Chester, el gran aliado de Freud

También durante el siglo XIX, Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, eligió esta pieza como pilar básico de su revolucionaria terapia. Así, para dejar fluir los pensamientos y sentimientos más íntimos de sus pacientes y hacer que hablaran con libertad, Freud sabía que debían sentirse relajados y cómodos. Para conseguirlo, los invitaba a sentarse en un sofá, que solía ser un Chester.

El sillón Chesterfield, el gran aliado de Freud

El psicoanalista viajó por todo el mundo tratando de demostrar la validez de su práctica con sesiones en directo, muchas veces, junto a celebridades de la época, para lo que se dice que usó varios Chester-aunque hoy lo relacionemos con el famoso diván, pues fue el último modelo que utilizó y está expuesto en el museo que lleva su nombre en Londres-. Varios de sus discípulos se hicieron también con este mueble clásico, que expandió de esta manera su influencia.

Una última anécdota a este respecto: aunque Freud popularizase este sofá gracias a su trabajo, no fue el único de la familia en apreciarlo. Su nieto Lucian Freud, pintor y grabador británico, considerado como uno de los artistas figurativos más importantes del arte contemporáneo, lo utilizó como fondo para situar a los sujetos de varias de sus obras, como Bella y Esther (1988), que presenta a sus dos hijas descansando sobre este asiento.

Sillón chester con capitoné en Bella y Esther (1988); obra de Lucian Freud

Sofá Chester: de Gran Bretaña al mundo

Entre finales del siglo XVI y principios del XVIII, Gran Bretaña comenzó a conquistar más y más territorios a lo largo y ancho del globo, formando lo que se conocería como el Imperio Británico. A finales del siglo XIX y principios del XX, dicho Imperio alcanzó su apogeo, con casi una cuarta parte de la población mundial bajo su dominio.

sillón chester: de Gran Bretaña al mundo

Sofá Chester con capitoné, un clásico siempre de actualidad

Desde entonces hasta ahora, los sofás y sillones Chester han mantenido su estatus de piezas icónicas y distinguidas. Sin embargo, han sabido adaptarse a los tiempos: se ha subido el alto de las patas y la espalda, se han adelgazado los brazos, se utilizan textiles más confortables que sustituyen al recio cuero de sus inicios y los remaches se han insertado con más profundidad en un respaldo que ahora suele ser de espuma de alta densidad, como sucede en el Garbo 4PL. Gracias a todo ello, ahora, además de exquisitos, son también muy cómodos.

SOFÁ CHESTER GARBO

Sofá Chester Garbo, con tapizado capitoné en piel.
Armazón de madera de pino.
Medidas:
1 plaza: 105x90x75 cm | Altura del asiento: 48 cm
2 plazas: 160x90x75 cm | Altura del asiento: 45 cm
3 plazas: 212x90x74 cm | Altura del asiento: 48 cm
4 plazas: 274x82x77 cm | Altura del asiento: 50 cm

906,29 I.V.A incl.2.117,50 I.V.A incl.

Desde 749.00€ ( sin I.V.A. )

Eso sí, hubo un momento en el que no era nada fácil encontrar uno de estos sofás Chester con capitoné, a no ser que fuera vintage. ¿La razón? La complejidad de la elaboración del capitoné, la técnica que hace que el respaldo parezca abullonado fragmentando la tela en rombos a partir de los ya mencionados remaches. Esto hace que sea costoso, pues se necesitan muchos metros de tela, y, además, porque debe ser elaborado a mano por un artesano especializado.

El sofá Chester volvió pisando fuerte

Como, durante un tiempo, parecía que el estilo había pasado de moda, no eran muchos quienes sabían ejecutarlo. Sin embargo, hará unos cinco años, los grandes diseñadores volvieron a abrazar el capitoné, y con él, los sillones Chester, alzándolos una vez más al podio del que nunca debieron bajar.

Desde entonces, los hemos visto en interiores sofisticados, boho, industriales, clásicos… No hay estilo en el que no combine a las mil maravillas este sofá -que ha tenido hasta su propio programa de televisión, Chesteren cualquiera de sus formas: para dos personas, para tres, en negro, e incluso con efecto cuero envejecido y lavable.

Además de ser una pieza que mejora y adquiere carácter con los años cuando está fabricado en piel, el sofá Chester con capitoné es enormemente resistente gracias a su recio armazón de madera, por lo que también está indicado su uso en hostelería, convirtiéndolo en uno de esos muebles que es una verdadera inversión de futuro.

Sofá Chester con capitoné, un icono incombustible

Desde su legendario origen en una mansión londinense hasta su estatus actual de icono del estilo todoterreno, el sofá Chester, con su característico tapizado en capitoné, se ha convertido en una de esas piezas que marcan el devenir del diseño universal.


 

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